Existen diferentes tipos de gestión en las empresas y en los equipos. Desde la más directiva a la más participativa, cada una tiene sus ventajas e inconvenientes. También puede obtener más información sobre nuestra experiencia en gestión de proyectos.
CONTENIDO
1. Definición y principios
2. Las 5 ventajas de la gestión directiva
3. Las 5 desventajas de la gestión directiva
4. ¿Cuándo utilizar la gestión directiva?
5. 5 consejos para dominar la gestión directiva
6. Para recordar
Definición y principios
La gestión directiva, también conocida como gestión autoritaria, es un tipo de gestión en el que el directivo ejerce un control total sobre las decisiones y acciones de los empleados. Este tipo de gestión se caracteriza por una centralización del poder y una comunicación unidireccional, en la que el directivo da órdenes y directrices sin esperar respuesta ni participación de los subordinados. El directivo toma todas las decisiones importantes y espera que los empleados sigan sus instrucciones al pie de la letra sin cuestionarlas.
Por el contrario, existen otros estilos de dirección, como el persuasivo, que busca convencer a los empleados, el participativo, que fomenta la colaboración, el delegativo, que confía responsabilidades a los empleados, y el funcional, que se centra en la eficacia de funciones específicas.
«La subordinación no es servidumbre, como tampoco la autoridad es tiranía. »
Charles Maurras
Las 5 ventajas de la gestión directiva
1. Decisiones rápidas
La gestión ejecutiva permite tomar decisiones rápidamente, lo que resulta especialmente útil en situaciones de emergencia o crisis en las que el tiempo es esencial. Centralizar las decisiones garantiza una actuación rápida y coherente.
2. Instrucciones claras
Las instrucciones precisas y detalladas que da el responsable de la directiva eliminan cualquier ambigüedad, lo que puede ser beneficioso para los nuevos contratados o los empleados con menos experiencia que necesitan una orientación clara para realizar correctamente sus tareas.
3. Control y seguimiento
Este tipo de gestión garantiza un control riguroso de los procesos y el rendimiento. El directivo puede supervisar de cerca la ejecución de las tareas, garantizando el cumplimiento de las normas y los objetivos de la empresa.
4. Eficacia en entornos estructurados
La gestión directiva es eficaz en entornos donde las tareas son rutinarias, repetitivas o requieren una precisión estricta. Es muy adecuada para sectores en los que el cumplimiento de los procedimientos y la minimización de los errores son esenciales.
5. Reducción del estrés de los empleados
Para algunos empleados, la gestión directiva puede reducir el estrés asociado a la toma de decisiones y la responsabilidad, ya que pueden concentrarse únicamente en realizar las tareas asignadas.
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Las 5 desventajas de la gestión directiva
1. Desmotivación de los empleados
Los empleados se sienten infravalorados y poco apreciados, lo que reduce su compromiso y motivación.
2. Falta de creatividad e innovación
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- Al limitar la iniciativa de los empleados, este estilo ahoga la creatividad y la innovación, impidiendo la mejora de los procesos.
3. Aumento del estrés y la presión
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- Se crea un entorno de trabajo estresante, que aumenta la presión sobre los empleados para que cumplan directivas estrictas.
4. Riesgo de elevada rotación
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- La insatisfacción por la falta de autonomía y reconocimiento lleva a los empleados a buscar oportunidades en otros lugares.
5. Relaciones laborales tensas y falta de comunicación
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- Las relaciones laborales se tensan y la comunicación descendente limita la retroalimentación constructiva, lo que afecta a la eficacia de la organización.
¿Cuándo utilizar la gestión directiva?
• Situaciones de crisis: donde se requieren decisiones rápidas y un control estricto.
• Entornos regulados: donde el cumplimiento de procedimientos y normas es crucial.
• Tareas rutinarias: que requieren una supervisión estricta y una ejecución conforme.
5 consejos para dominar la gestión directiva
1. Establezca normas claras y coherentes:
Como ya se ha dicho, asegúrese de que sus expectativas e instrucciones son precisas y se entienden claramente. Unas instrucciones claras ayudan a evitar malentendidos y a mantener un entorno de trabajo estructurado.
2. Comuníquese con firmeza pero con respeto:
Sea directo y firme en sus comunicaciones, sin dejar de ser respetuoso. El tono de su comunicación debe reflejar autoridad sin crear un clima de miedo o tensión excesiva.
3. Supervisar y evaluar periódicamente los resultados:
Supervisar periódicamente las tareas y el rendimiento de los empleados. Proporcione comentarios constructivos para corregir las desviaciones y mantener los estándares de rendimiento.
4. Tome decisiones rápidas y decisivas:
Ser rápido y decisivo a la hora de tomar decisiones. Este estilo de gestión requiere actuar con rapidez para resolver problemas y hacer avanzar los proyectos con eficacia.
5. Mantener una presencia constante:
Sea visible y accesible para su equipo. Su presencia tranquilizará a los empleados y les demostrará que está comprometido y atento a las operaciones diarias.
Para recordar:
La gestión directiva se caracteriza por el control total del directivo sobre las decisiones y acciones de los empleados, con una comunicación unidireccional. Permite tomar decisiones rápidas y claras, con directrices precisas y un control riguroso, ideal para entornos estructurados. Sin embargo, puede desmotivar a los empleados y ahogar la creatividad. Por tanto, ¡utilízala con moderación!
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