¿Sabes algo de la CSRD?
Durante nuestra sesión del Program Director Lab del 28 de junio, tuvimos la suerte de que uno de los miembros de nuestro comité estratégico nos informara sobre la aplicación de la Directiva relativa a la elaboración de informes de sostenibilidad empresarial (CSRD, por sus siglas en inglés), actualmente en curso. Esta ambiciosa directiva, introducida por la Unión Europea y cuya entrada en vigor está prevista para el 1ᵉʳ de enero de 2025, pretende mejorar la calidad, comparabilidad y accesibilidad de la información facilitada por las empresas sobre sus resultados medioambientales, sociales y de gobernanza.
Para garantizar la financiación de la transición, se pretende crear un círculo virtuoso que facilite la canalización de capitales hacia actividades más sostenibles. Así pues, se impondrán nuevas obligaciones a las empresas, sobre todo en materia de información. Muchas de ellas tendrán que revisar su modelo de negocio, elaborar su plan estratégico en consecuencia y velar por que los compromisos que asuman se traduzcan en hechos.
Para alejarse de un enfoque esencialmente financiero y adaptarse a los cambios legislativos, parece indispensable movilizar la gobernanza. Los cambios deben hacerse rápidamente, incluso para responder a las expectativas del mercado, y deben imponerse desde arriba para no encontrar demasiada resistencia.
El nuevo marco europeo da cada vez más peso a la dimensión extrafinanciera, lo que representa un cambio importante para las empresas. No todas las empresas han comprendido aún la importancia de este cambio. Muchas siguen pensando principalmente en términos financieros. Algunas adoptan un enfoque parcial de la RSE, invirtiendo únicamente en los aspectos sociales o societales y dejando el tema en manos del departamento de RRHH.
Es muy difícil poner las cosas en marcha si el impulso no viene de la alta dirección. Para acelerar la transformación, algunos grupos no han dudado en agrupar las funciones financieras y no financieras en una sola entidad y en confiar la dirección de este proyecto a directivos con un liderazgo reconocido dentro de la organización. Este posicionamiento al más alto nivel permite imponer temas, revisar el orden de prioridades y garantizar su aplicación lo más cerca posible del terreno.
Sin un fuerte patrocinio, suele ser difícil conseguir que se acepten los cambios. Sin embargo, empiezan a ser esenciales, incluso para los inversores, que buscan cada vez más indicadores. Algunos sectores, como el de los artículos de lujo, se enfrentan ahora a este reto.
En pocos meses, numerosos textos han reforzado las obligaciones extrafinancieras impuestas a las empresas, y el marco se endurece cada vez más. Para que sea aceptado y aprovechado, y para que permita una evolución eficaz de las prácticas, no debe abordarse únicamente desde el punto de vista del cumplimiento. Es esencial destacar lo que realmente puede hacer por la organización.
Las exigencias impuestas a las empresas por la nueva normativa de RSE son extremadamente elevadas. Aunque el marco francés era bastante pionero, habrá que dar nuevos pasos, con obligaciones de normalización, la introducción de temas cada vez más variados y la consideración del impacto de toda la cadena de valor.
Este enfoque parece virtuoso, porque debería tener un efecto dominó en todo el ecosistema. Sin embargo, ante la multitud de complejidades a las que tendrán que enfrentarse los equipos, un enfoque centrado en el cumplimiento corre el riesgo de desanimarlos y dar la impresión de que las limitaciones serán difíciles de superar.
La clave está en destacar el valor que pueden aportar estas transformaciones. No se trata sólo de cumplir las obligaciones, sino de hacer que el proceso sea positivo para la organización y que los compromisos adquiridos, sobre todo en materia de descarbonización, sean creíbles y concretos. Para que los empleados se impliquen plenamente, aunque ya tengan una gran carga de trabajo, el proyecto debe tener sentido para ellos.
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