La gestión es el alma de cualquier empresa. Administrar eficazmente los recursos, planificando, organizando, dirigiendo y controlando, es lo que marca la diferencia entre una empresa de éxito y otra que lucha por salir adelante. En un entorno en constante cambio, una gestión eficaz es esencial para mantener la competitividad.
Cada empresa y cada equipo necesita su propio estilo de gestión. Desde la gestión directiva, que proporciona una estructura sólida, hasta la gestión participativa, que promueve el compromiso colectivo, cada método tiene sus puntos fuertes y sus limitaciones. Descubra cómo nuestra experiencia en consultoría de gestión puede ayudarle a encontrar el mejor enfoque para su organización.
CONTENIDO
1. Definición y principios
2. 5 ventajas de la gestión persuasiva
3. 5 desventajas de la gestión persuasiva
4. ¿Cuándo utilizar la gestión persuasiva?
5. 10 consejos para aplicar una gestión persuasiva
Existen distintos tipos de gestión dentro de las empresas y de los equipos. La gestión persuasiva o paternalista se basa en el carisma y la capacidad de comunicación del directivo para motivar a los empleados a alcanzar los objetivos de la empresa. En contraste con la gestión directiva, hace hincapié en la escucha activa y en la explicación de las decisiones, tratando de obtener el apoyo de los empleados en lugar de imponer directivas estrictas. Este estilo de dirección, aunque conserva el poder de decisión final, hace hincapié en la confianza y la motivación, explicando las razones de las decisiones y demostrando sus beneficios para el equipo y la organización.
«La deliberación debe ser múltiple; sólo la decisión. »
Peter Drucker
Este estilo fomenta un ambiente de confianza y colaboración, reforzando la cohesión del equipo.
Una comunicación abierta y transparente mejora la claridad de las expectativas y reduce los malentendidos.
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Ayuda a alinear al equipo con los objetivos y a garantizar una colaboración eficaz.
Según un estudio de Hello Work, las cualidades esenciales para un buen directivo son escuchar (45%), respetar (41%), dar ejemplo (37%), confiar (37%) y enseñar (35%) son las cualidades esenciales de un directivo en el siglo 21.
Sea claro y conciso en sus explicaciones. Asegúrese de que todos los miembros de su equipo entienden claramente sus mensajes.
Preste especial atención a las preocupaciones y sugerencias de los empleados. Demuestre que las tiene en cuenta respondiendo con consideración.
Compórtese de forma ejemplar y profesional. Es más probable que su equipo le siga si usted encarna los valores y la ética de trabajo que defiende.
"Nada es tan contagioso como el ejemplo."
La Rochefoucauld
Reconozca y recompense los esfuerzos y las ideas innovadoras de sus empleados. El refuerzo positivo es crucial para mantenerlos motivados.
Implique al equipo en el proceso de toma de decisiones: anime a sus empleados a participar en la toma de decisiones importantes. Esto refuerza su sentido de pertenencia y compromiso.
Tómese su tiempo para detallar las razones que hay detrás de cada decisión. Esto ayuda a los empleados a comprender la importancia de su función y los objetivos de la empresa.
Sean transparentes en sus comunicaciones y respeten las opiniones de los demás. La confianza es la base de una colaboración eficaz.
Invierta en desarrollar las capacidades de su equipo. Los empleados bien formados son más autónomos y contribuyen más a la innovación.
Asegúrese de que sus empleados se sienten cómodos proponiendo nuevas ideas. Cree un espacio donde se valore la innovación y los errores se consideren oportunidades de aprendizaje.
Adoptar un enfoque flexible. Aunque el estilo persuasivo es eficaz, puede ser necesario tomar decisiones rápidamente sin consultar en tiempos de crisis. Adapte su estilo de gestión a las circunstancias para garantizar la eficacia.
Siguiendo estos consejos, podrá aplicar eficazmente la gestión persuasiva, aprovechando sus ventajas y minimizando sus inconvenientes.
La gestión persuasiva combina liderazgo y colaboración, buscando la adhesión de los empleados al tiempo que mantiene la responsabilidad última de las decisiones. Refuerza la cohesión y la motivación del equipo y crea un entorno de trabajo positivo y productivo. Sin embargo, requiere equilibrio para evitar debates interminables, decisiones subóptimas y el agotamiento de los directivos. Si se utiliza correctamente, fomenta el crecimiento y el éxito de la empresa a largo plazo.
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